Para entender lo que pasa en Bahía Blanca

15 noviembre 2025

La casta crece en la oscuridad. Prendeles la luz.

¿Sirve ir a votar? ¿Para qué?

Spoiler: 1 de cada 3 argentinos es pobre. Desde siempre.

Sí, siempre. Cambiamos de presidentes, de signos, de slogan… y el numerito no se mueve: 30%

Te juntás a charlar con dos amigos y, estadísticamente, uno de los 3 está abajo de la línea. Tremendo.

Y pasó con todos:

  • los milicos asesinos de Videla y cía.,
  • los radicales de Alfonsín,
  • los peronistas “neoliberales”de Menem,
  • los peronistas “conservadores” de Duhalde,
  • los peronistas “progres” de los Kirchner,
  • los finoli amarillos de Macri,
  • los peronistas “socialdemócratas” de Alberto,
  • los libertarios fachitos de Milei…

Con todes, en plural y con inclusivo si querés: seguimos siendo pobres.

Peor todavía… post 2001, llegamos a 6/7 de cada 10 en la lona.

Cincuenta años así. Media vida. No es un Excel: son personas reales que laburan y laburan, que no llegan a fin de mes, que no conocen el mar ni la montaña, que no piensan en viajar a otro país ni de chiste, que usan el mismo auto durante décadas, que no comen todas las comidas, que se cagan de frío y de calor, y aun así rescatan migajitas de alegría para seguir.

La desconfianza, obvio, no nació de un repollo:

  • políticos que se matan en TV y pactan en privado,
  • empresarios que viven más del Estado que del mercado,
  • sindicalistas sentados en todas las mesas,
  • jueces con dedito moral y arreglos por abajo,
  • narcos que financian a todos los anteriores.

Todo es posible gracias a una democracia con reglas blanditas: plata de campaña opaca, puerta giratoria Estado–empresas, financiación turbia de la política, licitaciones de cartón, organismos de control que no controlan nada.

Entonces… ¿votar sirve para que deje de haber pobres?

Parece que no.

Pero ojo con el truco: si no votás, el sistema de amigotes queda igualito o peor. Si sí votás, no salvás el mundo… pero movés el tablero sin violencia. 

El voto es una herramienta chiquita, sí, pero es la única que tenemos todos al mismo tiempo.

El voto no arregla todo (casi nada), pero:

  • pone límites,
  • castiga, golpea,
  • dice “flaco, sos un desastre”,
  • corre a quien falló y sube a otro para que le ponga freno al que está.

El truco es no dormirse y aparecer solo cuando te llaman para la selfie cívica.

¿Qué hacer además de meter la boleta o marcar con una cruz?

  • Exigir datos: contratos, pliegos, precios, nóminas y sueldos. Todo online, en abierto y descargable.
  • Medir resultados: metas con fechas y números. ¿No se cumplieron? Costo político.
  • Seguir la guita: quién financia campañas, quién gana licitaciones, cuánto factura y a quién beneficia.
  • Participar y activar: pedidos de acceso a la info, veedurías vecinales, observatorios ciudadanos, denuncias con papeles.

Andá a votar para mover el margen, aunque sea un poco. 

Y el lunes, sin siesta: pedí informes, compará precios, guardá promesas con fecha y monto, marcá inconsistencias, denunciá.

La casta crece en la oscuridad. Prendeles la luz.

Por eso hago periodismo: para encandilar a los chantas que mantienen a 1 de cada 3 argentinos en la pobreza hace 50 años. Y porque la ciudadanía organizada pone límites. La democracia no mejora sola: se empuja votando y se controla todos los días con transparencia y denunciando.